La verdad del minero
Mi madre contaba que mi abuelo les mostraba un hueco que se había ido formando en la parte superior de su cabeza , a causa de tener que empujar los carros que iban sobre rieles, al interior de la mina, y que servían para sacar el material que se extraía. Ella iba, todos los días, a llevar el almuerzo para el abuelo y para sus hermanos. En un tiempo, no muy lejano, Zipaquirá era un pueblo de mineros. Cientos de hombres eran devorados día a día por la montaña, en pos de arrancar ese oro blanco que conocieron los españoles cuando encontraron a los muiscas al norte del país, hasta donde iban a intercambiar sus panes de sal.
Nada mejor que iniciar con una foto del magnífico fotógrafo Nereo López, quien en 1958 visitó las Salinas de Zipaquirá y dejó este botón para la muestra
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